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Escultura de Luis Martínez Giraldo para Iberian Pork Parade


LA OBRA {A la escultura se le da vida con el movimiento}

Luis Martínez Giraldo es el responsable de la escultura en la que se apoya la Iberian Pork Parade. Esta iniciativa, que se convertirá en breve en una exposición itinerante por varias localidades de Extremadura, está formada por más de 40 reproducciones del cerdo creado por este escultor extremeño.

En su taller están las maquetas que dieron lugar a la escultura final del cerdo ibérico. “Hice tres: una de un cochino muy maduro, que podría ser un semental ya castrado para engorde; otra de una hembra parida, y una tercera, porque lo que requería el proyecto era un cerdo muy estándar”, indica el escultor.

Por tanto, este proyecto fue un encargo que recibió Giraldo, que últimamente se dedica a trabajar para sí mismo. “Es cuando más se disfruta. La obra te dice más cuando la estás haciendo. Cuando estás desarrollando la obra y modelando, ese momento un tanto mágico donde estás disfrutando de ese diálogo con la materia. Una vez que se ha hecho vienen los arrepentimientos. Las obras te gustan en el momento en que se terminan. Yo siempre digo que una obra está terminada o no está terminada nunca. Eso es jugar a las siete y media, o no llegas o te pasas”, apunta, añadiendo que todos los encargos conllevan un estudio previo sobre la ubicación final de la obra y otros aspectos. “Yo no suelo hacer muchos dibujos, simplemente me pongo jugar, a dialogar con el barro. Así es como me sale. Las maquetas en tamaño reducido se trasladan al tamaño que el proyecto requiere. Dependiendo siempre de los espacios, porque la monumentalidad va con respecto al espacio contemplativo”.

Por este motivo, se decidió hacer la escultura un 20 por ciento más grande que un cerdo ibérico al natural. “Para que resalte y se pueda ver más. En una plaza o en cualquier otro sitio, con la gente, se pierde la escultura. Por eso, se realizó un 20 por ciento más grande en barro. Siempre con los arrepentimientos de la impronta que pude haber puesto en la maqueta y ajustándome al máximo y haciendo un realismo más costoso, que yo no acostumbro a hacer”, expone Giraldo.

Y es que su obra tiene un trazo mucho más grueso que el que presenta la escultura destinada a la Iberian Pork Parade. “Mi forma de trabajar es muy rápida y con muchos pegotes de barro. He dejado de lado ese impresionismo en aras de un cochino lo más realista posible. Lo que va en beneficio de un soporte para después pintar. En realidad, el cochino no va más allá del mero soporte. La creatividad la están poniendo los artistas. Me alegra muchísimo haber contribuido a que otros artistas, sobre mi obra, puedan hacer una obra más importante”, expone el escultor, que no esconde que hubiera preferido que el resultado final hubiese sido más espontáneo. “Lo hice con mucha más textura. Después, el proyecto era otro. Si ese sacrificio es el sacrificio que ha tenido el cerdo durante toda su historia para darnos de comer... Es el animal que más ha contribuido en beneficio de la humanidad, o por lo menos de los españoles, junto con el burro. Me parece fenomenal que podamos hacerle un homenaje a un animal que nos ha beneficiado tanto”.

La gran mayoría de los artistas que participan en la exposición han mencionado el extraordinario parecido de la escultura con la realidad. “Se podría haber hecho un cerdo exactamente igual, pero el arte conlleva la interpretación del cerdo. Hay una cosa esencial dentro de la escultura y es el movimiento. Nosotros trabajamos con una materia muerta y tenemos que darle vida. Esa vida se la damos con el movimiento. Se la damos con esa espontaneidad, que conlleva que coloques un pegote de barro y esa colocación significa un movimiento que das a la mano, una interpretación del movimiento y de lo que estás haciendo. Todo esto es un diálogo entre la materia y tú. Si ese diálogo trasciende al espectador ahí hay un poco de arte. Has logrado lo que querías transmitir”, sentencia Giraldo.

En lo que respecta a la Iberian Pork Parade, el escultor tuvo claro desde el momento en que le comentaron la idea que ésta iba a ser un éxito. “Creo que va a ser un espectáculo de color. Tantos cerdos y con tanta creatividad encima llamarán la atención bastante”, concluye.


PERFIL

Luis Martínez Giraldo no se siente cómodo hablando de sí mismo. Recuerda con cariño su infancia y con algo menos de ternura su etapa en un internado. “Hasta los nueve años estuve en el campo jugando con todos los animales, luego me metieron en un internado en Puebla de la Calzada, en los Salesianos, y a partir de ahí la cosa de las libertades se perdió. Por eso, las libertades aquellas siempre las tengo muy presentes y las afloro haciendo lo que me gusta en escultura”, rememora el escultor.

Para definirse como artista prefiere citar a otros, porque él considera que “es difícil hacer una definición de lo que es el arte. El arte es algo ilimitado”.

“Dicen que soy un tanto impresionista, pero cada obra tiene su forma de hacer o tiene su mensaje y su diálogo. No es lo mismo un mensaje de un niño, que un mensaje de un labrador, que de un marino o un minero. Cada cosa tiene que estar hecha de su forma y a su modo. Mi obra es muy diversa. Con la escultura puedes hacer lo que quieras, unas veces más onírica, otras veces más realista, impresionista, expresionista… Me gusta muy suelta y muy sincera. La espontaneidad siempre es sincera. Cuando buscas una textura estás buscando una falsedad. La textura la tiene que dar el trabajo que estás realizando”, reconoce Giraldo.

El escultor compagina su labor creativa con la dirección de la Ecuela de Artes y Oficios. “Doy clase de Escultura y de Talla”, añade.