LA OBRA {La dehesa como seña de identidad}
«Mi cerdo lleva en su superficie, como lo lleva en su interior, el recuerdo de ese bosque adehesado en el que vivió»
«Veo al cerdo ibérico como un animal de una raza muy especial que se concibe ligado a la dehesa», explica Ramón de Arcos Nieto-Guerrero. Y eso lo ha reflejado a la perfección a la hora de mostrar su arte sobre una de las 40 esculturas de Luis Martínez Giraldo que conformarán la exposición itinerante Iberian Pork Parade. «Esta iniciativa me gustó mucho desde el primer momento. Creo que sacar el arte a la calle siempre es muy interesante», apunta este artista dombenitense.
En lo que respecta a su obra, de Arcos estuvo barajando varias ideas. Aunque finalmente se decantó por la sencillez. «La excelencia que hoy todos reconocemos a los productos derivados del cerdo ibérico tienen sentido cuando el cerdo está ligado a la dehesa. Por eso, lo que he hecho ha sido llevar esa idea, de manera colorista, a la obra en sí. Es casi como un símbolo, pero me interesaba que fuese fácil de interpretar, porque ya he visto algunas manifestaciones de este tipo de esculturas que son llevadas al ámbito urbano y me parece que la complicación no es positiva. Estas obras se ven rápido, casi de pasada, por lo que quería una idea que no requiriese un ejercicio mental para su compresión», expone.
Lo primero que hizo con la escultura fue darle una base de verde, pero con un cierto gradiente. «De esta forma, por arriba, en el lomo, tiene un poco más de luz, con lo que da sensación de lejanía», dice de Arcos. Posteriormente, lo fue cubriendo de encinas y evitando otros elementos de las dehesas para que se viera la fuerza simbólica con la sencillez de transmitir de un golpe el recuerdo al encinar que el cerdo lleva en sus entrañas. «Mi cerdo es un cerdo que lleva en su superficie y en su interior el recuerdo de ese bosque mediterráneo adehesado en el que vivió», certifica el artista.
PERFIL
Natural de Don Benito, este artista se considera polifacético, aunque reconoce que lo que más hace es pintura. Dentro de ésta se siente cómodo con cualquier técnica. «En mis cuadros me propongo que el color y las luces definan siempre un espacio con un cierto gusto por vivirlo», asegura de Arcos. El hecho de ser Ingeniero Técnico Agrícola y Biólogo, profesiones ambas relacionadas con la vida, le han influido a la hora de enfrentarse con la naturaleza y traspasarla al lienzo.
La pintura es el hilo conductor con el que de Arcos enlaza las sensaciones y las experiencias con aquello que apenas podemos ver.
Su obra ha pasado por distintos períodos. Así, de los paisajes y bodegones iniciales dio un giro a la hora de entender la pintura, sintiendo la necesidad de expresarse y mostrar sus avances. En el año 2000, con la exposición Fábulas cotidianas, el carácter figurativo de sus cuadros de vio alterado por la introducción de la luz y el color, matizándolos hasta extremos que llegan a desvirtuar las formas. Comenzaron a prodigarse vistas, personajes y mobiliario urbano en detrimento de los paisajes esencialistas y los bodegones. El reflejo, donde confluyen luz y color, fue tomando carta de naturaleza en su oficio. La pincelada suelta y el trazo, a veces gestual, como armazón de toda la superficie, han sido abstrayendo de algún modo aquella mirada más convencional de la etapa anterior. De este modo, construye cuadros dentro del cuadro, utilizando a los vehículos de la calle como réplica de una parte del lienzo que no vemos.